¿Qué son las microbiotas y por qué deberían importarte?

microbiotas

Si te digo que en tu cuerpo viven billones de microorganismos, podrías pensar que suena alarmante. Pero la verdad es que, sin ellos, tu salud se vendría abajo. Estoy hablando de la microbiota, esas colonias de bacterias, virus, hongos y otros microbios que habitan en distintos lugares de tu organismo y que afectan más de lo que imaginas.

 

¿Qué es exactamente la microbiota?

La microbiota es el conjunto de microorganismos que viven en nuestro cuerpo. No estamos hablando de algo externo ni ajeno: forman parte de nosotros desde que nacemos y evolucionan con nosotros a lo largo de la vida.

Dependiendo de dónde se encuentren, se clasifican en diferentes tipos. Por ejemplo:

  • Microbiota intestinal: La más famosa, vive en el intestino y es clave para la digestión, la absorción de nutrientes y la regulación del sistema inmunológico.
  • Microbiota de la piel: Protege contra patógenos y mantiene la piel en equilibrio.
  • Microbiota bucal: Influye en la salud dental y en la prevención de enfermedades como la gingivitis.
  • Microbiota vaginal: Esencial en la salud reproductiva y en la prevención de infecciones.

Cada una de estas microbiotas juega un papel clave en el equilibrio de nuestro organismo. Si se alteran, pueden provocar enfermedades y malestar general.

 

Microbiota vs. Microbioma: ¿Cuál es la diferencia?

Siempre escuchamos hablar de la microbiota y el microbioma como si fueran lo mismo, pero en realidad, hay una diferencia clave. Yo también los confundía hasta que entendí que la microbiota se refiere a los microorganismos en sí (bacterias, hongos, virus, etc.), mientras que el microbioma es su material genético, es decir, toda la información que llevan consigo.

Imagina que la microbiota es como una ciudad llena de habitantes distintos: panaderos, médicos, maestros… Y el microbioma sería el conjunto de habilidades y conocimientos que cada uno aporta a la comunidad. Es decir, sin microbioma, la microbiota no podría hacer su trabajo.

¿Por qué importa esta diferencia? Porque cuando hablamos de cuidar la microbiota, no solo estamos alimentando bacterias «buenas», sino que estamos influyendo en todo su funcionamiento. Comer bien, dormir suficiente y manejar el estrés no solo afectan cuántos microorganismos tienes, sino también cómo trabajan para protegerte.

Así que la próxima vez que escuches ambos términos, ya sabrás que la microbiota es el «quién» y el microbioma es el «cómo».

Y lo mejor de todo: ambos dependen de ti para mantenerse en equilibrio.

 

¿Por qué debería importarte tu microbiota?

Voy a ser claro: sin una microbiota equilibrada, tu salud se resiente. Cuando hay un desequilibrio en estas colonias de microorganismos (lo que se llama disbiosis), pueden aparecer problemas digestivos, inflamaciones, enfermedades autoinmunes e incluso problemas mentales como la ansiedad o la depresión.

El intestino, por ejemplo, no solo se encarga de la digestión, también está conectado con el cerebro a través del eje intestino-cerebro. Si la microbiota intestinal está alterada, puede haber repercusiones en el estado de ánimo, la memoria y el estrés.

Además, una microbiota sana refuerza el sistema inmunológico. Si tienes infecciones recurrentes o te enfermas con facilidad, quizás no sea solo cuestión de mala suerte, sino un desequilibrio en tu microbiota.

 

Factores que alteran la microbiota

No basta con tener microbiota, hay que cuidarla. Hay muchas cosas que pueden desequilibrarla:

  1. Mala alimentación: El exceso de azúcares, grasas saturadas y ultraprocesados daña la diversidad de microorganismos beneficiosos.
  2. Uso excesivo de antibióticos: Si bien los antibióticos son necesarios en muchas ocasiones, su abuso elimina tanto bacterias malas como buenas, dejando un terreno fértil para infecciones y desbalances.
  3. Estrés: No es un mito. El estrés crónico altera la microbiota y puede desencadenar problemas digestivos y emocionales.
  4. Falta de sueño: Dormir mal afecta el equilibrio de la microbiota, debilitando el sistema inmunológico.
  5. Sedentarismo: La actividad física regular ayuda a mantener una microbiota saludable.

 

Mitos y verdades sobre la microbiota

He escuchado de todo sobre la microbiota: que tomar probióticos es suficiente para equilibrarla, que solo afecta el intestino o que los antibióticos la destruyen por completo.

Pero no todo es cierto. Vamos a desmentir algunos mitos.

  • “Solo importa la microbiota intestinal” → Falso. Aunque la intestinal es la más famosa, hay microbiota en la piel, la boca e incluso los pulmones. Todas influyen en la salud.
  • “Comer yogur con probióticos arregla cualquier desequilibrio” → Ojalá fuera así de fácil. Los probióticos ayudan, pero si comes mal o tienes mucho estrés, no harán milagros.
  • “Los antibióticos destruyen la microbiota para siempre” → No es tan extremo. Sí afectan el equilibrio, pero, con una buena alimentación y probióticos adecuados, se puede recuperar.
  • “La microbiota no tiene nada que ver con la salud mental” → Totalmente falso. El intestino y el cerebro están conectados, y una microbiota dañada puede influir en el estado de ánimo y el estrés.

En resumen, cuidar la microbiota no es solo tomar suplementos o evitar antibióticos, sino entender que todo en nuestro estilo de vida la impacta. Así que mejor dejemos los mitos de lado y empecemos a tomar decisiones informadas.

 

¿Cómo mejorar y mantener una microbiota sana?

Si notas que tu sistema digestivo no va bien, si te enfermas con frecuencia o si sientes que tu estado de ánimo se ve afectado sin una razón clara, podría ser momento de cuidar tu microbiota.

 

  1. Alimentación equilibrada

Una dieta rica en fibra, fermentados y alimentos naturales ayuda a mantener la diversidad de la microbiota.

  • Come frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
  • Incluye alimentos fermentados como yogur, kefir, chucrut o kimchi.
  • Evita azúcares refinados y ultraprocesados.

 

  1. Probióticos y prebióticos

Los probióticos son microorganismos beneficiosos que puedes consumir en alimentos o suplementos. Ayudan a reequilibrar la microbiota.

Los prebióticos, en cambio, son fibras que alimentan a las bacterias buenas. Los encuentras en plátanos, ajo, cebolla, espárragos y avena.

 

  1. Reducir el estrés

Prácticas como la meditación, el yoga o simplemente desconectar del trabajo pueden hacer maravillas por tu salud intestinal.

 

  1. Dormir bien

Un sueño reparador es esencial para la microbiota y el sistema inmunológico.

 

  1. Evitar antibióticos innecesarios

Si los necesitas, tómalos solo bajo supervisión médica y acompáñalos con probióticos.

 

Alimentos que dañan tu microbiota sin que lo sepas

Si te sientes hinchado, con poca energía o incluso de mal humor sin razón aparente, es posible que la culpa sea de lo que comes. Hay alimentos que, sin darnos cuenta, afectan la microbiota y la empobrecen. Aquí algunos de los peores:

  1. Azúcar en exceso: Las bacterias malas se alimentan de azúcar. Cuanto más consumes, más favoreces su crecimiento y desplazas a las bacterias buenas.
  2. Ultraprocesados: Galletas, refrescos, embutidos… Estos alimentos están llenos de conservantes y aditivos que inflaman el intestino y reducen la diversidad de microorganismos.
  3. Alcohol en exceso: Un poco no hace daño, pero si bebes mucho y seguido, afecta la microbiota y genera inflamación intestinal.
  4. Antibióticos sin control: No es un alimento, pero muchos los toman sin receta o para cualquier malestar. Estos matan bacterias buenas y malas, dejando el intestino vulnerable.

Lo bueno es que la microbiota es resiliente. Si empiezas a priorizar alimentos naturales, ricos en fibra y fermentados, poco a poco puedes restaurar su equilibrio.

 

Medicamentos y tratamientos para la microbiota

Cuando la microbiota está muy alterada, hay opciones farmacológicas para ayudar a restaurarla:

  • Probióticos en cápsulas: Existen cápsulas con fórmulas con lactobacilos y bifidobacterias para recuperar el equilibrio intestinal. Esto nos cuenta Probactis, una empresa que sabe del tema porque ha creado una gama de probióticos y enzimas para niños y adultos que contribuye al equilibrio de las distintas microbiotas del cuerpo, promoviendo el bienestar general y el funcionamiento normal del sistema digestivo, respiratorio e inmunitario.
  • Fármacos para el síndrome del intestino irritable (SII): Algunos medicamentos ayudan a reducir la inflamación y los síntomas digestivos.
  • Trasplante de microbiota fecal: Para casos graves de infecciones intestinales, se han desarrollado terapias donde se transfieren microbiotas sanas a pacientes con desbalances severos.

 

Suplementos para mejorar la microbiota: ¿Funcionan realmente?

Cada vez veo más suplementos de probióticos y prebióticos en farmacias y tiendas, prometiendo mejorar la digestión, reforzar el sistema inmune e incluso subir el ánimo.

Pero, ¿realmente sirven? La respuesta es: depende.

  • Los probióticos (bacterias vivas en cápsulas o alimentos) pueden ayudar si tienes un desequilibrio, pero no todos los suplementos son iguales. Muchos contienen pocas cepas o dosis insuficientes para hacer una diferencia real.
  • Los prebióticos (fibra que alimenta las bacterias buenas) sí funcionan, pero la clave está en la dieta. No basta con tomar una cápsula; necesitas consumir fibra natural de frutas, verduras y legumbres para que las bacterias buenas crezcan.
  • No son una solución mágica. Si sigues comiendo mal, no duermes bien y vives estresado, ningún suplemento hará maravillas.

Si quieres probarlos, busca opciones con estudios científicos que respalden su efectividad.

Pero recuerda: lo mejor que puedes hacer por tu microbiota es cuidarla con tu estilo de vida, no solo con pastillas.

 

Enfermedades relacionadas con la microbiota

La disbiosis puede estar ligada a problemas como:

  • Enfermedades inflamatorias intestinales: Crohn y colitis ulcerosa.
  • Obesidad y diabetes: La microbiota influye en el metabolismo y la forma en que el cuerpo procesa los alimentos.
  • Depresión y ansiedad: Hay estudios que relacionan el estado de la microbiota intestinal con la salud mental.
  • Enfermedades autoinmunes: Se ha visto que una microbiota alterada puede desencadenar o agravar problemas como la artritis reumatoide.

 

¿Te ha quedado más claro?

Cuidar de tu microbiota es parte de cuidar tu salud de manera integral. No se trata solo de tomar un yogur de vez en cuando, sino de llevar un estilo de vida que favorezca a esos microorganismos que trabajan día y noche para mantenerte bien.

Ahora que sabes todo esto, te pregunto: ¿vas a empezar a cuidar tu microbiota o seguirás ignorándola? La decisión es tuya, pero tu cuerpo te agradecerá si eliges el camino correcto.

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