El crecimiento personal está en boca de todos. Cursillos, talleres, conferencias, libros. Parece como una varita mágica que nos va a resolver la vida. En realidad es más complejo. Pero ¿qué es?
El crecimiento personal es un conjunto de actividades orientadas a potenciar habilidades, hábitos y formas de pensar dirigidas a mejorar nuestra calidad de vida y enfocarnos en la consecución de nuestras aspiraciones.
Identificamos crecimiento personal con autoayuda. La autoayuda son una serie de tips o pautas que nos ayudan a resolver nuestros problemas por nosotros mismos. Tiende a presentar enseñanzas que son válidas para cualquier persona que atraviesa una situación parecida. El crecimiento personal introduce la figura del mentor. El Coach, en inglés, entrenador.
Se trata de un mentor personal que no nos va a resolver los problemas, pero va a estar encima de nosotros para que potenciemos nuestras habilidades y saquemos lo mejor de nosotros mismos. Parte del principio de la individualidad. De cogerse a cada persona como un caso concreto y de seguir detenidamente como se está desarrollando el proceso. Existe, por tanto, un compromiso personal entre el coach y su cliente o tutelado.
Tampoco es como la terapia de un psicólogo. A un psicólogo acudimos en visitas programadas, mientras los coaches tienen mecanismos para estar en contacto, más o menos diario, con los clientes. Visitamos al psicólogo cuando tenemos algún desorden emocional o se atisba algún trastorno psicológico. El crecimiento personal está orientado a cualquier persona. Se plantea como un acompañamiento en nuestra vida, el recorrido de un camino hacia nuestros anhelos personales.
El objetivo del crecimiento personal es la transformación. Los instructores de Escuela de Crecimiento, una escuela que imparte talleres online y presenciales en el campo del crecimiento personal, nos comentan que no se trata de transformarnos en lo que no somos, sino de crecer con lo que tenemos y de aceptar las circunstancias, para sacar nuestra mejor versión.
Breve historia del crecimiento personal.
Como indica El diario.es, el crecimiento personal surge a finales de los años 60 en los Estados Unidos. Lo utilizan las multinacionales para preparar mentalmente a sus ejecutivos, para que puedan afrontar los retos profesionales que requerían las compañías.
Las grandes empresas se dan cuenta, que para alcanzar sus objetivos, necesitan directivos que no solo estén bien formados profesionalmente, sino que tengan una fortaleza mental y un equilibrio emocional capaz de soportar la presión a la que van a estar sometidos, y que no se vengan abajo ante las dificultades y los fracasos.
Por eso invierten dinero en mentores, que no estarán encima del desempeño profesional, sino de cómo estos ejecutivos se plantean su vida en el día a día. Del enfoque que adoptan para afrontar las encrucijadas.
A finales de los años 80 y principios de los 90, el crecimiento personal se democratiza, llega al conjunto de la sociedad e, indirectamente, se convierte en un lucrativo nicho de mercado. La sociedad, en su conjunto, está sometida a un nivel de competitividad y presión considerable que produce abundantes situaciones de insatisfacción personal.
Desde los Estados Unidos, principalmente, se empiezan a publicar una gran cantidad de libros Best Sellers y a organizar conferencias. Al mismo tiempo que se desarrolla esta versión comercial, otros profesionales de este ramo, recién nacido, adoptan otro enfoque.
No orientan el crecimiento personal hacia el éxito profesional y personal, sino hacia la felicidad de las personas. A que estén a gusto consigo mismas. Introducen elementos de filosofías orientales como la meditación y el Mindfulness. Esta nueva corriente hace del autoconocimiento y de la asistencia individualizada su principal herramienta.
Ejes de trabajo.
Los coaches de crecimiento personal trabajan aspectos tan importantes como la autoestima y la gestión de las emociones. Para ello, es necesario fijarse unos ejes que recorrerán todo su trabajo. Estos son algunos de ellos:
- Autoconocimiento. Es necesario que la persona sepa cómo es y hacia donde quiere dirigir su vida. Que sea consciente de sus potencialidades y de sus limitaciones y desde ahí se trace una ruta vital. El crecimiento personal está profundamente ligado al conocimiento de nosotros mismos.
- Formación. Una vez nos vamos conociendo, necesitamos cambiar ciertos hábitos y planteamientos para superar aquellos problemas que se nos aparecen de forma recurrente.
- Metas. Para medir el trabajo que una persona invierte en sí mismo, es necesario que se fije objetivos por etapas medibles y alcanzables. Esto, a su vez, tiene un efecto de refuerzo personal y de transformación. El sujeto alcanza una meta, se siente satisfecho y encara una nueva etapa con nuevos objetivos.
- Habilidades sociales. El hombre es un ser social. No es un individuo aislado. Debe saber cómo relacionarse con el entorno y como encajar en él sin renunciar a su identidad y a sus aspiraciones.
- Resolución de problemas. La transformación personal implica ser capaces de resolver problemas de nuestra vida que antes no éramos capaces de solucionar. La vida no es un camino de rosas, nos van surgiendo escollos, muchos de ellos ajenos a nuestra voluntad. Debemos ser capaces de superarlos.
- Toma de decisiones. Estamos tomando decisiones continuamente. El crecimiento personal lo que hace es que no delegues esa responsabilidad en otras personas y que te lo plantees desde lo que te beneficia a ti y está acorde con tus intereses.
- Gestión emocional. Aprender a gestionar nuestras emociones y no estar preso de ellas es un punto clave del crecimiento personal. Hacer que la rabia no se apodere de nosotros o que la tristeza no se haga crónica, es fundamental para encaminar nuestra vida hacia donde queremos llevarla.
Terapias.
En un artículo publicado en La Vanguardia se habla de los métodos más habituales que utiliza el coaching de crecimiento personal para ayudarnos a superar nuestros problemas. Estos son algunos de ellos:
- Mindfulness.
La terapia de atención plena o mindfulness consiste en ser plenamente conscientes del momento que estamos viviendo. De percibir los sonidos, olores, imágenes y sensaciones que nos rodean en el momento presente. Alejando de nuestra mente pensamientos rumiantes y proyecciones al pasado y al futuro, que nos impiden vivir el presente. Para ello es clave la meditación, pero el mindfulness sobrepasa la técnica. La meditación es una herramienta. El mindfulness nos ayuda a llevar una vida más armónica y a reducir el impacto de las cargas emocionales que nos abruman.
- Programación neuro-lingüística.
Nuestra mente se comunica con nosotros mismos y con los demás por medio del lenguaje. La forma en la que hablamos deja entrever nuestros miedos, preocupaciones o la actitud con la que afrontamos una situación. Cuando tenemos la autoestima baja, hablamos con un tono de voz tenue y no le damos valor a nuestras opiniones. Si, por el contrario, nos sentimos crecidos, hablamos en tono contundente y defendemos nuestras valoraciones como si fueran una verdad universal.
El lenguaje puede guiar nuestros pensamientos. Si cada mañana al levantarte te repites una y otra vez: “Este va a ser un gran día” aceptarás la realidad de lo que te pase con menos dramatismo y con mejor predisposición para resolver los problemas.
- Arte-terapia.
Ya Freud hablaba en su época de cómo el arte era un canal de comunicación de nuestro subconsciente con el exterior. A través de la expresión artística sacamos a relucir los temas que nos preocupan y exteriorizamos nuestros sentimientos más profundos.
Muchos terapeutas están descubriendo las grandes posibilidades que ofrece el arte a la hora de mantener el equilibrio mental y emocional de las personas. Entre otras cosas, cuando estamos pintando un cuadro o tocando un instrumento musical, aumentamos la concentración y disipamos de nuestra mente las preocupaciones. Cuando hemos terminado nuestra obra sentimos una gran satisfacción interior, como si nos hubiéramos quitado un peso de encima.
Empoderamiento personal.
El crecimiento personal potencia las mejores cualidades que tenemos. Aprendemos habilidades para desarrollarlas. No es que nos convirtamos en otra persona, somos los mismos, solo que hemos aprendido a conocernos y a enfocar nuestras potencialidades en función de nuestros deseos. Alcanzamos una vida más plena y coherente.
No nos hemos aislado de la sociedad, encerrándonos en nosotros, sino que interactuamos con el entorno de otra forma. Nos preocupa menos lo que piensen los demás o el rol que nos quieran adjudicar. Ya no somos un diente en la rueda de un engranaje, sino parte activa de la sociedad con una identidad propia.
En este proceso son importantes los mentores. Personas que están a nuestro lado, nos facilitan herramientas y están pendientes de que las utilicemos. Con la revolución industrial nos dimos cuenta que con una persona encima de la producción los trabajadores eran más productivos. No es que sacara el látigo, solo estaba pendiente de que se hiciera lo que se tenía que hacer.
Este mecanismo se está utilizando en otras áreas. Un estudiante que prepara unas oposiciones acude a un preparador, que vela porque el alumno estudie todo el temario antes del examen y se prepare adecuadamente las pruebas. Con el crecimiento personal hemos aplicado este sistema a nuestra propia vida.
El crecimiento personal es un acompañamiento vital, entendida nuestra vida como un camino con diferentes metas.