Cada vez son más las personas que, al pensar en comprar un coche, se deciden por uno de segunda mano. No lo hacen por capricho ni por seguir una tendencia. Lo hacen porque no les queda otra. En un contexto en el que la vida se ha encarecido, los sueldos llevan años estancados y la inflación no da tregua, la posibilidad de estrenar un coche nuevo se ha vuelto un lujo para la mayoría.
Las familias hacen cuentas. Miran su nómina, los gastos del mes, la hipoteca, el alquiler, la compra, los colegios. Y cuando suman todo, simplemente no llega. Entonces, si necesitan un coche porque lo necesitan para trabajar, para llevar a los niños, para moverse, tienen que buscar opciones más realistas.
Comprar un coche nuevo, con los precios actuales, está fuera del alcance de mucha gente. Incluso con financiación, las cuotas son demasiado altas o los intereses los hacen impagables a medio plazo. Así que la alternativa más viable, la más humana y lógica, es mirar hacia el mercado de segunda mano. Porque cuando moverse es una necesidad, y no hay recursos para hacerlo a lo grande, la prioridad es simple: encontrar algo que funcione, que sea seguro y que no rompa el bolsillo.
En este artículo, y gracias a la ayuda de SM Motor, veremos los coches que más se compran actualmente en el mercado de segunda mano. Analizaremos cuáles son los modelos más buscados, por qué la gente los prefiere, qué factores influyen en esa decisión y cómo el contexto económico está moldeando las elecciones de quienes necesitan un vehículo sin dejarse todos sus ahorros en el intento.
También hablaremos de las preferencias según el perfil del comprador, desde jóvenes que buscan su primer coche hasta familias que necesitan un segundo vehículo para el día a día. Porque detrás de cada coche usado, hay una historia, una necesidad y una elección muy pensada.
La movilidad como necesidad básica
Hoy en día, tener un coche no es un lujo. Para muchas personas, es simplemente una necesidad básica. No hablamos de grandes vehículos, ni de caprichos. Hablamos de coches que permiten llevar a los niños al colegio cada mañana, llegar puntuales al trabajo o acudir a una cita médica sin perder toda la mañana en combinaciones imposibles.
En los pueblos y en muchas ciudades pequeñas, el transporte público es muy limitado. A veces hay un autobús al día. A veces ni eso. Ahí, contar con un vehículo propio es la diferencia entre poder mantener un empleo o tener que rechazarlo por no poder llegar.
Pero claro, comprar un coche nuevo está cada vez más fuera del alcance. Incluso los modelos más sencillos, los más económicos, han subido de precio. Y aunque uno intente acceder a financiación, tampoco es tan fácil. Los bancos piden avales, contratos estables, nóminas altas… requisitos que muchas personas simplemente no pueden cumplir.
Y si se llega a conseguir el préstamo, muchas veces los intereses lo encarecen tanto que acaba siendo un gasto insostenible. Al final, tener coche se convierte en un rompecabezas. Y no por gusto, sino porque la movilidad, algo tan básico, se ha vuelto cada vez más difícil de conseguir.
El salto al mercado de segunda mano
Esto ha provocado un cambio. Lo que antes era una opción secundaria, hoy se ha convertido en la primera opción. El mercado de coches usados ha crecido mucho en los últimos años. Talleres, concesionarios y plataformas online han notado el cambio. Hay más demanda que nunca.
Además, hay más variedad. Puedes encontrar coches con pocos años de uso, en buen estado y por un precio mucho más bajo que uno nuevo. A veces, incluso con garantías.
Un mercado en transformación
Este auge ha transformado todo el sector. Algunos concesionarios que solo vendían coches nuevos ahora ofrecen también usados. Hay plataformas especializadas, con filtros, reseñas y entrega a domicilio. Comprar un coche usado ya no es tan arriesgado como antes.
Muchos compradores se sienten más seguros. Pueden ver el historial del coche, saber cuántos dueños ha tenido o si ha pasado todas las revisiones. Esto genera confianza.
Aun así, no todo es tan sencillo. La demanda ha subido tanto que los precios de los coches usados también han aumentado. Aunque siguen siendo más baratos que los nuevos, la diferencia se ha reducido. Lo que era barato hace tres años, hoy ya no lo es tanto.
¿Qué busca la gente?
Cuando alguien busca un coche usado, suele tener las ideas bastante claras. Lo más deseado son los coches pequeños, que consuman poco y que no den demasiados problemas. Modelos prácticos, que no cuesten mucho mantener, y que puedan aguantar varios años sin grandes averías.
El motor diésel sigue siendo muy popular, sobre todo por su durabilidad y por el ahorro en combustible para quienes hacen muchos kilómetros. Aunque poco a poco, empiezan a aparecer también los híbridos en las búsquedas. No tanto por conciencia ecológica, sino porque algunas ciudades ya están empezando a poner restricciones, y la gente intenta adelantarse a lo que viene.
Quienes más recurren a este tipo de coches suelen ser los jóvenes que buscan su primer vehículo. Para ellos, comprar uno nuevo es directamente inviable. Acaban de empezar a trabajar si es que tienen trabajo, y con los sueldos bajos y la vida tan cara, la única opción es mirar el mercado de segunda mano.
También es muy común en familias migrantes o monoparentales, que necesitan moverse, llevar a sus hijos o desplazarse a varios trabajos. En estos casos, no se trata de elegir el coche ideal, sino de encontrar algo que funcione y que entre en el presupuesto. Porque cuando lo urgente es llegar a fin de mes, la necesidad siempre manda.
El impacto de la inflación
La inflación también ha influido. El precio de casi todo ha subido: gasolina, comida, alquileres. En este contexto, nadie quiere meterse en deudas grandes. Comprar un coche nuevo es, para muchos, un riesgo que no se puede asumir.
Por eso, el coche usado se convierte en una opción más realista. A veces, es lo único posible.
Testimonios que lo confirman
María, 33 años, madre soltera, encontró su coche en una web de segunda mano. “No podía pagar un coche nuevo ni con ayuda. Busqué mucho, comparé, y al final encontré uno en buen estado por la mitad de lo que me costaría uno nuevo.”
Lo mismo cuenta José, de 45 años, que vive en un pueblo de Castilla-La Mancha. “Aquí no hay autobuses. Sin coche no puedes hacer nada. Pero uno nuevo… ni pensarlo. Me compré uno de segunda mano, diésel, de hace seis años, y estoy encantado.”
Las plataformas digitales
Internet ha sido clave en este crecimiento. Las plataformas de compraventa han facilitado todo. Ya no hace falta ir a un concesionario o fiarse del “boca a boca”. Puedes comparar, filtrar por precio, año, marca o tipo de motor. Puedes incluso pedir que te lo lleven a casa.
Esto ha dado más transparencia. También ha creado más competencia entre vendedores. El resultado: más opciones para el comprador.
El problema del mantenimiento
Pero no todo es positivo. Comprar un coche usado también tiene riesgos. El mantenimiento puede ser más caro. Si no eliges bien, puedes acabar con averías que no esperabas. Por eso, es importante revisar el coche, pedir un informe mecánico o acudir a un taller de confianza antes de comprar.
Algunas empresas ya ofrecen garantías de un año o planes de revisión. Esto da más seguridad. Pero hay que leer bien las condiciones.
Lo ambiental también influye
En algunas ciudades, las restricciones de circulación están cambiando la forma de comprar. Muchas personas evitan coches antiguos por miedo a no poder usarlos en el centro. Por eso, los coches con etiqueta ambiental se han vuelto más buscados.
Esto también ha elevado sus precios. A veces, un coche usado con etiqueta ECO cuesta casi lo mismo que uno nuevo básico sin ella.
¿Y los coches eléctricos?
Pese al empuje de lo eléctrico, aún está fuera del alcance de muchos. Aunque hay ayudas, los precios siguen siendo altos. Y en el mercado de segunda mano, los eléctricos son escasos. Además, la red de carga sigue siendo limitada en muchas zonas.
Por eso, aunque el futuro parece ser eléctrico, el presente es otra cosa. Para millones de personas, un coche usado de combustión sigue siendo la única opción.
¿Qué soluciones hay?
Algunas posibles soluciones pasan por:
- Más ayudas directas para personas con bajos ingresos.
- Facilitar la compra de coches eficientes de segunda mano.
- Mejorar el transporte público en zonas rurales.
- Regular mejor el mercado de segunda mano para evitar abusos.
- Incentivar el reciclaje y reacondicionamiento de vehículos.
También sería útil promover cooperativas de movilidad, o alquileres sociales de vehículos. Hay proyectos piloto en algunas ciudades, pero aún son pocas.
El auge de la compraventa de coches usados no es casual. Es un síntoma. Detrás hay una realidad social y económica que no se puede ignorar. La movilidad debería ser un derecho, no un privilegio. Pero hoy, para muchas personas, es un problema más.
Mientras no haya opciones más accesibles, seguiremos viendo cómo el mercado de segunda mano crece. Porque, cuando no hay otra opción, lo usado no es solo una alternativa: es la única salida.