El procurador, un profesional indispensable

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Llegado el caso de necesitar un abogado para llevar a cabo un procedimiento judicial, todos tenemos claro lo que debemos hacer y a dónde acudir. Conocemos las funciones que tiene el abogado, su metodología en general y sabemos de antemano lo que puede hacer por nosotros. Sin embargo, debemos señalar que estos profesionales no trabajan solos. Junto a ellos, siempre hay una figura indispensable que, seguramente la mayoría conoce de oídas: el procurador. Ese profesional que trabaja en las sombras, siendo una pieza clava en el entramado judicial. Sin procurador, muchas veces, no hay caso. Es decir, es tan indispensable y necesario como obligado contar con él para poder llevar a cabo el proceso en cuestión.

Aunque pensamos erróneamente que es el abogado quien nos representa, lo cierto es el profesional jurídico que representa a un cliente en los Juzgados y Tribunales pertinentes, es el procurador. De hecho, puede decirse que se trata de un intermediario entre juzgado y abogado/cliente. Este profesional es el que se ocupa de tramitar el procedimiento, presenta los escritos remitidos por el abogado ante el juzgado y, al mismo tiempo, notifica al abogado las resoluciones y notificaciones que emite el tribunal correspondiente. Toda la documentación de un caso, pasa por las manos del procurador, por lo que se trata de un medio necesario a la hora de facilitar la comunicación del juzgado o tribunal, entre las partes que forman el proceso.

Como decimos, la figura del procurador, se mueve en las sombras, lo que le confiere cierto aire misterioso, por el que la mayoría, desconocen tanto su presencia como su labor. Es fácil escuchar hablar de este profesional y no darle demasiada importancia, cuando en realidad, sin su trabajo, los procesos no podrían llevarse a cabo. Conozcamos con mayor detenimiento a esta figura tan relevante en el mundo judicial.

Quien es y que hace un procurador en el proceso judicial

 

Para aquellos que no han tenido nunca problemas judiciales ni se han tenido que acercar a un abogado o a los tribunales, esta figura, será todavía más desconocida. Por lo que hemos acudido a Román Abogados, un despacho de abogados profesional especializado en derecho administrativo y de urbanismo, entre otras ramas, para que su procuradora nos hable de su labor. Lo primero que nos ha dicho es que, su principal función, no es otra que la de impulsar los procedimientos judiciales.

El procurador se ocupa del día a día en los juzgados, conociendo todo lo que en ellos se cuece. A diferencia de un abogado, el procurador, pasa prácticamente toda su jornada laboral en las sedes judiciales, realizando las gestiones correspondientes y,  comentando cada expediente con los funcionarios y abogados de la administración.

De hecho, procurador procede de procurar, y su labor es precisamente esa: procurar que el procedimiento judicial siga su curso normal, tratando de agilizar en la medida de lo posible el proceso, siempre cumpliendo con los plazos que establece la ley e, informando de los mismos al abogado.

Siendo esta su función principal de representante, tiene asignada otra función de carácter colaborador. Colabora al mismo tiempo, con la administración de justicia, ayudando a que se produzca una correcta tramitación de la documentación durante el proceso. A modo de ejemplo citaremos la realización de ciertos actos de comunicación o emplazamiento o acompañamiento a la comitiva judicial a los actos de toma de posesión de inmuebles, etc.

Aparte de estas funciones, el procurador puede asumir las de notificación de comunicaciones judiciales a la parte contraria, cumpliendo con determinados requisitos. En este caso es una manera de agilizar y facilitar en gran medida, la localización de los implicados contrarios más difíciles, a los órganos correspondientes de la administración.

En términos más simples, el procurador es un profesional del derecho, cuya principal finalidad, es la representación procesal de las partes, en los procedimientos judiciales. Son quienes ocupan de todos los aspectos técnicos y administrativos del caso, garantizando que los trámites judiciales, se realizan en tiempo y forma.

Sus funciones son varias y de gran relevancia, por lo que vamos a citar las más relevantes:

  • Representación procesal. A diferencia del abogado, encargado de la defensa y asesoramiento legal, el procurador, ejerce como puente entre abogado y tribunales. Su labor consiste en representar de manera forma a los litigantes, asegurado que todos los documentos se presenten y se cumplan los plazos.
  • Gestión de documentación. Son los responsables de presentar y recibir todos los documentos judiciales, incluyendo la presentación de demandas, recursos, notificaciones y resoluciones.
  • Tramitación del procedimiento. Supervisan el progreso del procedimiento judicial asegurándose de que se desarrolle como es debido. Esto implica un contacto continuo con los tribunales, verificando el estado de los casos y el cumplimiento de los requerimientos del juzgado.
  • Pago de tasas y gastos judiciales. También se ocupan del pago de las tasas y gastos relacionados con el proceso, ejerciendo como intermediarios financieros.

En las sombras pero con poder

A simple vista, el papel del procurador, puede resultar meramente administrativo, aunque se trata de una función crucial para que el sistema judicial, funcione como es debido. Gracias a sus funciones, se garantiza que los procesos judiciales en general, sean eficientes y que en ellos, se cumplan rigurosamente los procedimientos legales pertinentes. Sin procuradores, los abogados, deberían dividir su tiempo ente la defensa legal y la gestión administrativa, lo que puede llevar a error y, por supuesto, implicar retrasos en los casos.

Convertirse en procurador, requiere estar en posesión del Grado en Derecho, por lo que se trata de verdaderos profesionales de la abogacía y, colegiarse en el Consejo General de Procuradores. Además, deben superar una prueba específica que certifica su capacidad para ejercer como procuradores y les habilita para poder realizar el ejercicio profesional. Por si no fuera suficiente, deben mantener su formación de manera continua, para poder estar actualizados sobre los cambios que se producen en la legislación y los procedimientos judiciales.

Para los ciudadanos que requieren servicios de abogacía, contar con un procurador, implica tener la certeza de que su caso se maneja con la diligencia y profesionalidad necesaria. Los procuradores se aseguran, como ya hemos reiterado, que los documentos se presenten a tiempo y en cumplimiento de los plazos, lo que evita sanciones o retrasos en los procedimientos. Con esto se proporciona más tranquilidad a las partes litigantes, permitiendo que se centren en otros aspectos relevantes.

Sin ser la estrella dentro del drama judicial, su papel es clave y fundamental, para que se produzca un correcto desarrollo de los procesos judiciales. Estos profesionales del derecho, se ocupan de que el complejo engranaje administrativo que rodea a la justicia, funcione a la perfección, permitiendo que los abogados se centren en lo que saben y deben hacer: la defensa del cliente.

Como ya hemos comentado, el procurador, dentro de su papel fundamental dentro del proceso, debe estar al corriente de los trámites y notificaciones relacionados con el caso, para informar tanto al cliente como al abogado. Así mismo, asiste a todas las diligencias y actos judiciales en nombre del cliente, colabora estrechamente con los órganos jurisdiccionales a la hora de llevar a cabo las diligencias de notificación, emplazamiento y citación de la parte contraria, lo que contribuye a que el litigio, cuente con una gestión eficiente, beneficiando a su representado.

Es posible que más de uno se pregunte si un abogado puede ser procurador y viceversa. Lo cierto es que no. Aun partiendo de la misma base, se trata de dos profesiones incompatibles. O se ejerce como abogado o se ejerce como procurador. Si podría ser compatible estar dado de alta como profesional en un colegio de procuradores y como no ejerciente en el de abogados. Pero no es posible ejercer ambas profesiones al mismo tiempo. De hecho, hasta hace pocos años, ni siquiera podían compartir despacho, sin se permitían las sociedades profesionales multidisciplinares en las que, ambos profesionales formaran parte. Lo que cambió en el año dos mil veintiuno.

Este aspecto resulta interesante ya que permite ofrecer a los clientes, un servicio jurídico integral de defensa jurídica, proporcionada por el abogado y, la representación procesal, proporcionada por el procurador, coordinado desde un mismo despacho. En cualquier caso, ambos mantienen su independencia del otro, aun formando parte de una sociedad profesional.

Con todo esto, podemos concluir que, en caso de estar inmerso en algún tipo de procedimiento judicial que, necesite de los servicios especializados de un procurador, resulta esencial disponer de uno que realice bien su labor. A la hora de encontrar uno, hay que buscar uno que ofrezca el asesoramiento necesario y las soluciones personalizadas que se ajusten a cada necesidad específica.

En la actualidad, es posible encontrar un equipo cualificado y comprometido en un bufete de abogados, en los que ya cuentan con sus procuradores de confianza. Las formas de entrar en contacto con estos profesionales, son contactar con el colegio correspondiente previa petición y selección de la parte interesada, siguiendo las recomendaciones del mismo abogado o, por el turno de oficio a requerimiento del Juzgado. Por lo que siempre es posible (y necesario) contar con un procurador de confianza, llegado el caso de tener que pasar por los Tribunales.

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