Joyas para la eternidad, dicen o un diamante es para toda la vida. Cierto es, no lo vamos a llegar. Se trata de objetos que perduran en el tiempo y pasan de generación en generación o pueden considerarse como un bien material e inversión. Para los amantes de estos artículos de lujo, poseer un diamante es algo único que les confiere elegancia, exclusividad y poder. Ya se sabe que el lujo se asocia a estos tres factores que, para el común mortal, no tiene mayor importancia.
Afortunadamente para el sector de la joyería de lujo como Castellano Joyeros, los comunes mortales no son los únicos mortales del planeta y existen muchos a quienes interesa la joyería de alto nivel y, por supuesto, los diamantes. Sobre ellos vamos a hablar en este post, los diamantes y su certificación que es fundamental para que no te den gato por liebre. No todos podemos permitirnos el lujo de adquirir uno, pero si así fuera, que menos que saber cómo acertar con la elección y todo lo necesario para que nuestra compra, sea perfecta.
Dentro del sector, los expertos aseguran que no existen dos diamantes que sean exactamente iguales. De hecho, se trata de piedras preciosas resultantes de un proceso natural. Cada diamante que se extrae de la mina y se pone a la venta, es un artículo único y exclusivo. Aun así, para comprobar esa autenticidad y exclusividad, es necesario que exista una certificación del diamante en cuestión o, en su defecto, realizar una tasación de la pieza.
Los diamantes certificados han sido evaluados previamente por un laboratorio gemológico y cuentan con la aprobación del mismo que, garantiza la autenticidad y calidad de la gema en cuestión. Dichos laboratorios llevan a cabo una valoración imparcial y precisa de cada diamante para elaborar informes detallados y minuciosos sobre los mismos. Adquirir diamantes supone hacer una inversión debido al gran valor que poseen, razón por la cual, es fundamental tener disponible toda la información sobre las gemas para avalar la compra.
En que consiste la certificación de diamantes
Como cabe sospechar, la certificación de un diamante no es otra cosa que un documento en el cual se describen todos los rasgos distintivos que posee la gema, especialmente las denominadas como 4C. Cada laboratorio dispone de flexibilidad y libertad a la hora de poder incluir detalles adicionales sobre el diamante en el certificado, como sus proporciones o el nivel de pulido. Todo diamante certificado debe ir acompañado de un dosier que proporcione todos los datos relativos y específicos respecto al corte, el carat (peso), el color y la claridad.
La certificación de los diamantes, influye de manera determinante en el proceso que se lleva a cabo para calcular el valor y poner precio al mismo, puesto que los valores obtenidos para la certificación son objetivos. La manera de comprobar y demostrar esa calidad de forma objetiva, es disponer de la certificación del diamante que puede ser equiparable al documento de identidad de cualquier persona. Tanto es así que algunos de los laboratorios que se dedican a la certificación de piedras preciosas, ofrecen dentro de sus servicios la posibilidad de sellar el diamante en una caja plástica o hacer una inscripción con láser del número de certificación de la pieza.
Aunque existen varios laboratorios gemológicos que se dedican a certificar diamantes, son los certificados que emiten laboratorios como GIA, HRD o IGI los que proporcionan mayor veracidad y certeza.
El máximo referente mundial para la compra y venta de este tipo de joyas, es el que emite el que emite GIA. Este laboratorio fue fundado en el año mil novecientos treinta y uno y, es en la actualidad reconocido a nivel mundial por ofrecer el certificado más conciso, denominado como “expediente GIA Diamond» y el más detallado, denominado como “GIA Diamond Granding Report”.
El Instituto Gemológico Internacional (IGI), inaugurado en el año mil novecientos setenta y cinco otorga certificados de confianza. Gracias a la disposición de unos grandes laboratorios, son los líderes mundiales en análisis gemológico y evaluación de joyas.
En cuanto al certificado HRD, lo otorga el Hoge Raad voor Diamant o Consejo Superior del Diamante. Esta organización sin ánimo de lucro, abrió sus puertas en el año mil novecientos setenta y tres con la misión de realizar el control, la coordinación y el perfeccionamiento de todo tipo de actividades relacionadas con el diamante en la región belga de Amberes. Al igual que las otras instituciones, proporciona certificados que acreditan la calidad del diamante en cuestión.
Cualquiera de estas certificaciones proporciona la veracidad de la gema, su valor y acredita que se trata de una pieza autentica con unas propiedades únicas y exclusivas. Aunque como ya hemos mencionado anteriormente, existen numerosas instituciones y laboratorios que proporcionan certificados a estas maravillosas piedras preciosas. Siendo los tres citados los que mayor relevancia tienen dentro del sector.
Como se realiza la tasación de un diamante
Venimos diciendo que la certificación de un diamante constituye una garantía de por vida respecto a la piedra preciosa, algo que no va a variar ni se pierde con el paso del tiempo. Permanece con la pieza mientras la pieza, permanezca. Por esta razón la emisión de un certificado debe ser realizada por un laboratorio especializado y aportar en el certificado las características y propiedades más relevantes que posee. Por otro lado, a tasación se efectúa a criterio del tasador y se orienta a determinar el valor económico de la piedra preciosa. De hecho, es valor económico puede variar con el tiempo, ya que puede verse influenciado por la oferta y la demanda o las tendencias y evolución del mercado.
Llevar a cabo una valoración del diamante, requiere por parte del laboratorio la consideración y evaluación de cuatro criterios fundamentales, las citadas 4C que aluden al corte, el carat, el color y la claridad. En algunas ocasiones, las 4C se convierten en cinco pues se añade el certificado.
En cuanto al corte o talla del diamante, hace referencia a las proporciones del diamante y la disposición de los ángulos. Este aspecto es uno de los más importantes en los diamantes certificados, pues su calidad se determina en función de la cantidad de luz que se refleje en sus caras y el brillo que tanto atrae a las miradas. Existen diferentes tipos de corte en función de la forma del diamante.
El carat o peso, expresado en quilates, como el oro o la plata, equivale a 0,20 gramos o cien puntos por quilate. El peso del diamante hace que su precio aumente de manera exponencial, debido a la escasez de este tipo de piedras preciosas, pero no implica que posean una mayor calidad, por lo que los expertos aseguran que es importante adquirir los diamantes que tengan una mejor relación entre la calidad y el peso.
El color se clasifica de la D a la Z, siendo la primera la correspondiente a una tonalidad incolora o transparente y la última la que hace referencia a las tonalidades más amarillas o amarronadas. Los colores de la D a la K son denominados blancos y cuentan con más valor. Fuera del rango, es posible encontrar diamantes de colores proco frecuentes y por tanto con mayor valor. La tasación de estas piezas se realiza de manera diferente.
La claridad o pureza, alude a que los diamantes suelen presentar ciertas inclusiones, razón por las que aquellos que tienen pocas o ninguna imperfección, poseen mayor valor económico. Se consideran perfectos los clasificados como Flawless (F) o Internally Flawles (IF) aquellos que cuentan con inclusiones no visibles ante una lupa de diez aumentos. Aunque se buscan los diamantes con menos inclusiones, el mapa de pureza de cada pieza, hace que esta sea única e irrepetible, permitiendo con total certeza realizar una distinción entre los diamantes naturales, los artificiales, los sintéticos o los falsos.
En base a estos criterios se determina el valor que posee el diamante y la calidad del mismo. Razón más que evidente para que sea necesario disponer de un certificado que acredite su autenticidad, por lo que los laboratorios cuentan con herramientas cada vez más avanzadas que permiten asegurar y garantizar esa autenticidad.
Son muchas las ocasiones en las que se cuenta con una joya de la familia, resultado de una herencia y de la cual se desconocen los detalles y el valor. Tanto que es posible pensar que no tiene mayor valor que el sentimental. No obstante, acudir a uno o varios profesionales o establecimientos para conocer el valor de la piedra o si tiene alguno, puede dar como resultado estimaciones diferentes. No hay que pensar mal del profesional, es posible que suceda debido a que dos de las 4C son criterios subjetivos cuando se realiza una evaluación visual.
En una joyería pueden realizar una tasación de joyas, adecuada cuando la joya no va a cambiar de manos. Sin embargo, cuando la pretensión es vender una joya con un posible diamante, es fundamental, solicitar la certificación a un laboratorio que garantice la calidad y pureza de la gema. Puesto que se trata de una gran inversión económica, es fundamental que la pieza posea el certificado que garantice su autenticidad.