Si hay algo que también se mueve por tendencia es el turismo. Cuando un sitio se pone de moda se llena hasta los topes aunque el lugar vecino sea prácticamente igual y se quede vacío. A veces pienso que somos tontos, todos, no se salva ni uno. Estos días de Semana Santa alquilamos un pequeño apartamento en Denia con romerplaya.es y nos fuimos a disfrutar del buen tiempo. Hace años que unos amigos nos hablaban de esa ciudad costera alicantina porque veranea en ella a menudo.
El lugar, tal y como nos habían contado, es precioso: enormes playas, arena limpia, locales turísticos, muchas actividades y un puerto con mucha vida nocturna repleto de bares y establecimientos con estilo chill out magníficos. ¿El problema? La gente. Estaba todo lleno, fueras donde fueras tenías que ir esquivando a la gente. Dabas un paso y te estampabas con uno, dabas otro paso y te estampabas con otro…
A la hora de las comidas todo se ponía hasta arriba y daba igual que decidieras comer a las 12:00 que a las 14:00 porque como había personas de todas las nacionalidades y costumbres al final, entre la comida y la cena, la mayoría de restaurantes estaban llenos a reventar de 12:00 a 22:00 y el bullicio te ponía un dolor de cabeza impresionante.
Denia, una ciudad preciosa
No voy a decir que no fuera real todo lo que nos habían contado de la ciudad porque Denia es una maravilla pero no sé si me merece la pena tener que pelear con tanto turista teniendo al lado pueblos como Altea (que también es muy turístico pero se llena menos), Calpe, Javea o Gandía. Sólo hubo un día donde comimos tranquilos y fue el día que nos fuimos a visitar la platja de L´arenal, una playa cercana preciosa y paradisíaca donde el turismo llena, pero no agobia.
En Denia todo está pensado para el turista. Hay mercados gastronómicos, paseos llenos de puestos ambulantes, comercios y tiendas de suvenires, restaurantes (caros, más caros y carísimos), y cientos de locales nocturnos donde vivir la noche de la costa levantina. Todo esto es lógico y normal: si el 80% de la población vive del turismo no es de extrañar que todo esté diseñado para el disfrute del visitante ¿no? Pero lo que era antes, una ciudad costera, pesquera, con mucho encanto, ha desaparecido. A penas queda algo de lo que era antes Denia y eso es una pena.
Sin embargo, también he de añadir a tanta pega, que si consigues abstraerte un poco del gentío, de la plenitud de las calles y del comercio, y te fijas un poco en los edificios y los parajes puedes ver auténticas maravillas. Desde la Vila Vella, el Palau, el Aljub, la Punta del Diamant, El Barrio de Les Roques y, por supuesto, el Centro histórico.
Lo que más me gustó fue el Barrio de Les Roques. Merece la pena darse un paseo por allí para disfrutar de esta trama urbana heredada de la época más medieval aunque muy transformada por el mundo cristiano. Se trata de un barrio árabe digno de ver donde puedes apreciar vestigios, aunque no totalidad plena de arquitectura. Lo recomiendo.
De todos modos, podemos ir ahora, a pelear por un hueco libre donde poner la toalla en la playa o podemos esperar unos años a que pase la moda de Denia y el turismo se vaya a otra zona costera para ir nosotros a visitar cada rincón de la ciudad con menos agobios y menos problemas.