Trabajé durante una década en una agencia de aduana francesa ubicada en la frontera que separaba Francia de Bélgica. Pero tras la firma del Acuerdo de Schengen, un acuerdo por el que varios países de Europa suprimían los controles en las fronteras interiores (entre esos países), trasladando dichos controles a las fronteras exteriores (con países terceros), ¡me fui pues de patitas a la calle como la mayoría de mis compañeros! Tras unos años de trabajos precarios, decidí probar suerte en España, y me instalé en la comunidad valenciana en el año 2000. Lo bueno de esta situación, es que al saber idiomas, al haber trabajado en este sector y tratado a miles de transportistas, camioneros, etc., durante tantos años, encontré entonces rápidamente trabajo en All Scandcargo, una empresa de transporte nacional e internacional, especializada en logística integral, ubicada en Valencia. Desde entonces, trabajo allí.
Estoy orgulloso de formar parte de esta empresa líder en Europa, que comenzó su actividad centrándose en uno de los clientes europeo más exigente, a saber, el escandinavo. También se extendió más tarde y empezó a trabajar con Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Holanda, Polonia, Portugal, etcétera. El hecho de comprometerse con el cliente a no cobrar el importe del trabajo si incumplen el servicio por el cual se les ha contratado, lo dice todo acerca de su profesionalidad y seriedad. ¿O no? En fin, si os cuento todo ello, es porque el año pasado me contactó uno de mis mejores amigos porque se iba a casar su hija mayor en verano con un belga que había conocido cuando era ella estudiante en Bruselas, y le quería dar una sorpresa al muchacho encargando productos típicos y deliciosos de su país (¡pero delicados y perecederos!).
“¡No te preocupes! Yo me encargo de todo. En All Scandcargo, disponemos de un servicio urgente por todo el territorio europeo en vehículo frigorífico. También colaboran con nosotros distintos transportistas. Y bueno, tú ya sabes que yo soy experto en productos gourmet belgas”, añadí guiñándole un ojo. ¡Y es verdad! La mayoría de la gente conoce la cerveza, los gofres de Lieja y los exquisitos bombones belgas, pero no su variada y rica gastronomía. Sin embargo merece la pena atardarse en ella. No sé si habéis oído hablar alguna vez del “filet américain”, de las “fricadelles de Liège”, de la “sole à l’ostendaise”, de la “flamiche”, del “jambon d’Ardennes”, de la “gozette”, del “waterzooï”, o de la “tarte al djote”, pero si no los habéis oído mentar nunca ¡coged nota e id a probar estas delicias en cuanto lo podáis! (en restaurantes belgas o durante vuestras vacaciones en el país de Jacques Brel).
Con ello, le aseguré que le llevaría yo la gestión y tramitación de los documentos exigidos por la normativa de comercio exterior, así como la organización del transporte, desde la recepción de su orden de carga hasta la entrega de las mercancías, garantizándole a la vez un servicio de calidad a un precio de lo más competitivo. Accedió y… ¡acertó! Pues la boda fue un éxito total, los productos belgas llegaron frescos y en perfecto estado. ¡Jimmy se emocionó un montón! Llevaba muchísimo tiempo sin probar todos aquellos deliciosos manjares (¡al igual que yo! Jajaja…). El bufet era digno del de Pantagruel. Comimos, bebimos y bailamos hasta el fin de la noche. “Eso te lo debo a ti y a All Scandcargo. ¡Gracias por todo!”, me dijo emocionado mi amigo al oído. Que los clientes, y amigo en este caso también, te digan este tipo de cosas, ¡no tiene precio!