Me vuelvo al pueblo, pero de verdad

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En un pueblo pequeño se puede hacer grandes cosas. La frase no es mía. Tengo muchas virtudes, pero oye, la de hacer frases para la historia no es lo mío. Esta expresión se la escuché hace años a una mujer colombiana que se había ido a vivir a un pequeño pueblo de Palencia. En su caso no lo hacía por necesidad o por precariedad, como suele ocurrir con muchas personas migrantes, en su caso lo hacía por gusto. Dejaba en su país todo un trabajo de asesoramiento en el Ministerio colombiano, para dar el paso y venirse a España.

Me quedé impresionada con las ganas y la decisión de la chavala. Ella nunca me ha conocido, pero tiene que saber que es la causante de que yo diera ese paso adelante. Y sí, yo también me fui a un pueblo pequeño, en este caso de 1.000 habitantes, para poder hacer grandes cosas. Lo que siempre muchos han dicho pero pocos hacen. Y es que es muy bonito eso de irse al pueblo de los padres en verano y en Semana Santa. Disfrutar de la piscina, de las fiestas patronales haciendo peña con los amigos, de salir por las noches a tomar el fresco y por las mañanas hacer un vermuteo largo. Porque esa es la vida de verano en el mundo rural. Pero, ¿y el invierno? ¿Y los meses de otoño? De esos no se dice nada.

Pues bien, yo conozco las dos formas de vida. Y claro está, una es la que queremos y otra la que tenemos que vivir. Y si te vas al pueblo a vivir tienes que saber que no todo son días de verano, al contrario, cuando yo di el paso es cierto que me encontré una serie de problemas que dificultan mucho el poder vivir. Por eso, cuando se habla de que las zonas rurales se están deshabitando. O que muchas personas se van de los pueblos a las ciudades. Habría que preguntarse si se van o las están echando. Tras mi experiencia, os digo que creo que se dan muy pocas facilidades para poder vivir allí. Os cuento los problemas a los que me he tenido que enfrentar y así os hacéis una idea. Eso sí, que quede por delante de que no me voy y que no me arrepiento de la decisión tomada hace ya cuatro años.

Un proyecto de vida

Sin embargo, estos casi cuatro años me han servido para darme cuenta de que hay muchas carencias en el mundo rural. Hay dos aspectos que son básicos, es como si fueran los cimientos de todo el proyecto para poder seguir edificando y posteriormente incluir más detalles. Hay que tener una vivienda. Una casa o apartamento donde vivir es esencial. Puede ser propio o alquilado, me de igual. Pero hay que tenerlo, y para ello, las administraciones, ya sean locales o regionales tienen que dar facilidades. Me da mucha pena pasar por el pueblo y ver cómo muchas casas están abandonadas y se caen. Eso no se puede permitir.

Y el segundo pilar del proyecto es el trabajo. Si queremos vivir en un pueblo hay que tener trabajo. Si no hay trabajo disponible en el pueblo, se necesitará transportarse a otras áreas para trabajar. Pero claro, eso sería ya abrir otro melón muy necesario. El de los medios de transporte y las comunicaciones. También los políticos tienen que luchar por esta situación, porque en mi caso hay tren, pero cada vez hay menos.

Quizás hace años, una persona que se quiere ir a vivir al pueblo no hubiera pensando en esto, pero ahora mismo es esencial. Hay que tener conexión a internet: A medida que las tecnologías cambian, se requiere tener una buena conexión a internet para trabajar y estudiar. Y claro, una conexión buena, no me vale de esas que van a pedales. Tras la pandemia fueron muchos los que decidieron quedarse en un pueblo, pero claro, como no tengas conexión buena estás perdido. Yo en mi caso tuve la suerte de contar con la compañía Oroc que me llevó una fibra de 300 Mega que es suficiente para poder hacer un trabajo digno y estar comunicado.

Y luego, por supuesto, en un pueblo se necesitan servicios. EL bar es más que necesario. No lo veo como un vicio, todo lo contrario, lo veo como una necesidad de obra social para unos vecinos que muchas veces ni salen de casa porque no tienen nada que hacer. El simple hecho de ir a tomar a una cerveza y hablar con los amigos se convierte en una rutina por la que ya merece la pena vivir en el mundo rural.

Y por último, e igual de importante, es poder tener servicios de salud como los centros médicos para recibir atención médica de calidad cuando se necesita. Y las escuelas y colegios son importantes para que los niños reciban educación de calidad.

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